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Parroquia San  Juan Evangelista

Despedida de D.Alfonso

Despedida de D.Alfonso
Despedida de D.Alfonso
Despedida de D.Alfonso
Despedida de D.Alfonso
Despedida de D.Alfonso
Despedida de D.Alfonso

El domingo 17 de septiembre celebra D.Alfonso la Eucaristía de despedida en nuestra parroquia. En el mes de septiembre del año 2008 el arzobispo D. Francisco le nombra vicario parroquial de San Juan Evangelista con D. Ángel de párroco. Dos años más tarde D. Angel se jubila y D. Alfonso pasa a ser párroco y D. Jose Manuel Madruga vicario parroquial. Recogemos algunas palabras de D. Alfonso:

 

“En verdad os digo que el adiós no existe. Si se dice entre dos personas que nunca se encontraron es una palabra innecesaria. Si se dice entre dos que fueron uno, es una palabra sin sentido, porque en el mundo real del Espíritu, sólo hay encuentros y nunca despedidas, y porque el recuerdo del ser amado, crece en el alma con la distancia, como el eco en las montañas del crepúsculo” Del poeta árabe Kalil Gibrán.

                 A la acción de gracias se une hoy también  mi gratitud, como sacerdote de esta parroquia, por los 9 años que he servido en esta comunidad. Dos años como Vicario parroquial con Don Ángel y 7 de párroco con D. Avelino y D. José  Manuel.

                En esta parroquia de San Juan Evangelista he ido creciendo como sacerdote y pastor, después de una temporada larga de Formador en el Seminario.

                Me he sentido muy querido y acepado por todos. Los dos años que pasé con D. Ángel me ayudaron a ir conociendo la pastoral parroquial y a reconocer la tarea realizada por el y sus vicarios a lo largo del tiempo en esta parroquia que tuvo que empezar de cero en estos bajos de esta plaza tan familiar ya para mí.

                Nombrado párroco, y jubilado D. Angel,  recibí el regalo de D: José Manuel, experimentado en la misión e intelectualmente tan lúcido y  provocador. Ya me ha dicho: "Alfonso, a ver si pones en práctica en San Lesmes lo que aquí has aprendido”.

                He intentado estar a la altura de vuestras muestras de cariño y he procurado devolverlo como corresponde.

                No me cansaré de valorar el trabajo de los sacerdotes que han pasado por esta parroquia antes que yo. Es de justicia. D. Angel y todos sus vicarios, materializado en la variedad de sus grupos, actividades y movimientos.

                Me he sentido entre vosotros: Pastor, amigo, hermano y Padre también.

                Llevo en mi maleta muchas experiencia de amistad, cariño y cercanía con niños, familias, ancianos y enfermos…

                Sin todos y cada uno de vosotros, me hubiese sentido impotente para tantas tareas como la parroquia tiene: la catequesis, la caridad, la liturgia, los niños y jóvenes, el tiempo libre, los mayores, los enfermos, …..

                Esta forma de ser parroquia la hemos construido entre todos, sobre todo vosotros. PARROQUIA, COMUNIDAD DE HERMANOS CORRESPONSABLES EN LA EVANGELIZACIÓN.

                Gracias a todos y cada uno de vosotros y a los grupos y movimientos tan ricos y variados.

                Gracias también a vuestra colaboración económica para el sostenimiento de la parroquia y de las obras de caridad con los más desfavorecidos.

                Puedo deciros que la Eucaristía celebrada junto a vosotros y la oración en común, me han ayudado a no caer en la rutina y ser para mi el centro de mi vida sacerdotal.

                Agradecer también al Seminario Diocesano que ha enviado siempre seminaristas para la práctica pastoral entre nosotros.

                Ojalá se cumpliera en mí lo que decía San Pablo en la segunda lectura: “Ninguno vive para si mismo”. Si vivimos, vivimos para el Señor. Porque muchas veces me he buscado a mi mismo, y no os he servido como debiera, os pido también perdón. No dejéis de pedir por mí, para que sea un pastor con el corazón de Cristo y por el sacerdote que me sucede: D. Gabriel.

                Acoged como sabéis a mi sustituto, que es además es de mi curso.

                Os dejo con el desgarro de la separación, pero con la ilusión que lleva aparejado el reto de seguir acompañando  a otras personas en otra parcela del pueblo de Dios, en San Lesmes.

                Nuestra vocación como bautizados es el servicio y el sacerdote ha de ser sobre todo servidor, allí donde sea enviado por el Obispo. Siempre tenemos que estar con la maleta preparada. De nuevo GRACIAS POR TODO.

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