1 Mayo 2015
El sábado, 25, un grupo de parroquianos, nos fuimos a hacer senderismo por un paraje precioso de nuestra provincia: el Cañón del Ebro. Amaneció un día cubierto que amenazaba lluvia, pero a medida que transcurrían las horas, se fueron abriendo claros y nos hizo un tiempo magnífico para andar.
El comienzo de la ruta fue en Valdelateja: un pueblo recostado junto al Rudrón y vigilado por la pequeña ermita de Santa Centola y Santa Elena. Un pueblo muy cuidado en sus calles, fachadas y tejados.
Venticuatro personas entre niños, jóvenes y adultos nos pusimos en marcha por el sendero que nos llevaría hasta Pesquera de Ebro. Acompañamos al Rudrón hasta su desembocadura en el Ebro y a continuación, río abajo, fuimos haciendo la senda, escoltados por avellanos, nogales, robles, encinas, aliagas, lilos.... Vimos entre los árboles, al otro lado del río, la espadaña de la ermita de la Virgen del Ebro, junto al canal. Un poco más adelante atravesamos un puente de hormigón que cruzaba a la otra orilla y nos topamos con la central eléctrica "el porvenir". Allí nos tomamos un pequeño tentenpié, y reanudamos el camino hacia Pesquera de Ebro. Siempre acompañados por el rumor del río y bajo la sombra de los árboles. Cuando llegamos a Pesquera era ya la una del mediodía. Después de descansar un poco y visitar el pueblo, con sus calles, su iglesia, su rollo, sus escudos..., a las 13,30 nos sentamos para comer en el Mesón el Cañón. Allí dimos cuenta de unas alubias con almejas -que por cierto estaban deliciosas-, y una carrillera de cerdo ibérico en su salsa. Los peques se comieron unos macarrones y albóndigas. No faltó la sobremesa en el patio del mesón, con un sol que hizo su aparición en todo su esplendor.
Pero había que reanudar la marcha, pues nos quedaba la parte del camino más complicada: bordear el cañón, pero desde la parte alta. Después de atravesar el magnífico puente sobre el Ebro, nos encontramos con la ermita de San Antonio. Enseguida tomamos la senda, en un ascenso suave, pero continuo hacia el pueblo de Cortiguera. Este pueblo, sirvió de inspiracion al genial escritor castellano Miguel Delibes, para redactar su novela: "el disputado voto del Señor Cayo". Hicimos un descanso junto a las casas blasonadas del Marqués de Despeñate y reanudamos la marcha hacia Valdelateja. Antes nos asomamos para recrear la vista en las hoces que hace el Ebro a su paso por esta zona. Un espectáculo impresionante y hermoso.
El descenso hacia Valdelateja a través de una senda zigzagueante, con mucha piedra de roca, no fue fácil, pero conseguimos llegar al destino. Desde allí, el autobús nos acercó a Orbaneja. Con la boca abierta contemplamos la espectacular cascada y visitamos el pueblo, sus rincones y nos tomamos un refrigerio antes de volver hacia Burgos. Un día muy bonito que tendremos que repetir en sucesivas ocasiones.