Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
Parroquia San  Juan Evangelista

Jueves Santo

Comenzamos la Semana Santa con la celebración de la solemne eucaristía de la Cena del Señor. La Eucaristía de hoy debemos vivirla de un modo especial, entrañable, con un corazón agradecido; no sólo como algo del pasado, sino como el anuncio y la actualización de la pasión, muerte y resurrección de Jesús: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven, Señor Jesús!. Además de la institución de la Eucaristía, hoy recordamos la institución del sacerdocio y el mandamiento nuevo del amor: "Amaos unos a otros como yo os he amado"

En el evangelio de San Lucas escuchamos:  “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” . Con estas palabras, Jesús comenzó la celebración de su última cena y de la institución de la Eucaristía. Jesús tuvo grandes deseos de ir al encuentro de aquella hora. Deseaba en su interior ese momento en el que se iba a dar a los suyos bajo las especies del pan y del vino. Esperaba aquel momento que tendría que ser en cierto modo el de las verdaderas bodas mesiánicas: la transformación de los dones de esta tierra y el llegar a ser uno con los suyos, para transformar-los y comenzar así la transformación del mundo. (tarea siempre inacabada)

En el deseo de Jesús podemos reconocer el deseo de Dios mismo, su amor por los hombres “tanto amó Dios al mundo….”, por su creación, un amor que espera. El amor que aguarda el momento de la unión, el amor que quiere atraer hacia sí a todos los hombres, cumpliendo también así lo que la misma creación espera; en efecto, ella aguarda la manifestación de los hijos de Dios (cf. Rm 8,19). Jesús nos desea, nos espera.

Y nosotros, ¿tenemos verdaderamente deseo de él? ¿Sentimos en nuestro interior el impulso de ir a su encuentro? ¿Anhelamos su cercanía, ese ser uno con él, que se nos regala en la Eucaristía? ¿O somos, más bien, indiferentes, distraídos, ocupados totalmente en otras cosas?

Por las parábolas de Jesús sobre los banquetes, sabemos que él conoce que hay puestos que quedan vacíos, la respuesta negativa, el desinterés por él y su cercanía. Los puestos vacíos en el banquete nupcial del Señor, con o sin excusas, son para nosotros, ya desde hace tiempo, no una parábola sino una realidad actual, precisamente en aquellos países en los que había mostrado su particular cercanía.

Hace unos meses, preparando la visita pastoral del Obispo, d. Francisco, calculábamos un 13,8 % de asistencia a la Misa Dominical en nuestra parroquia. Y nos quedamos tan tranquilos. Tantos de nuestros vecinos, amigos, familiares, para los que estas fechas estarán vacías de sentido religioso, o superficialmente "albardadas" de religiosidad popular, y a su vez llenas de indiferencia ante un amor tan grande, tan sobreabundante: el de Cristo. ¿

¿Qué voy a hacer yo para convidarles al banquete de la Eucaristía?. Jesús cuenta contigo y conmigo.

Jesús también tenía experiencia de aquellos invitados que vendrían, sí, pero sin ir vestidos con el traje de boda, sin alegría por su cercanía, como cumpliendo sólo una costumbre y con una orientación de sus vidas completamente diferente.

San Gregorio Magno, en una de sus homilías se preguntaba: ¿Qué tipo de personas son aquellas que vienen sin el traje nupcial? ¿En qué consiste este traje y como se consigue? Su respuesta dice así: Los que han sido llamados y vienen, en cierto modo tienen fe. Es la fe la que les abre la puerta. Pero les falta el traje nupcial del amor. Quien vive la fe sin amor no está preparado para la boda y es arrojado fuera. La comunión eucarística exige la fe, pero la fe requiere el amor, de lo contrario también como fe está muerta.

En el monumento hemos colocado un corazón atravesado por una vela. Es la fe (vela) y el amor (corazón) que nos llevan a la Eucaristía y desde Cristo nos empujan a comunicarlo. Como nos dice Marcos en su evangelio, designó a doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar. Primero estar con el. Es la experiencia de su cercanía, de su gracia, de su amor en la oración, en la adoración. Y desde ese encuentro con Jesús, salir a anunciar a los demás la alegría del evangelio. Llenarse de Cristo en la oración, para vaciarse en el anuncio del evangelio de la alegría.  Sin esa experiencia de encuentro con él, corremos el peligro de anunciarnos a nosotros mismos. 

Jesús se despoja de las vestiduras de su gloria, se ciñe el vestido de la humanidad y se hace esclavo. Lava los pies sucios de sus discípulos y los capacita para acceder al banquete divino.

Cristo nos lava, nos purifica, mediente su PALABRA y su AMOR. 

Por su PALABRA: "Estáis limpios por la palabra que os he anunciado". Las palabra de Jesús, si las acogemos con corazón atento, realizan un auténtico lavado. 

Por su AMOR hasta el extremo, por su entrega. Os doy un mandamiento nuevo. No es una norma nueva, sino  que lo nuevo es el don que nos introduce en la mente de Cristo. 

Recordemos hoy especialmente a los sacerdotes y pidamos para que sean santos, para que no falten jóvenes dispuestos a seguir las huellas del Maestro y ponerse en disponibilidad plena para la misión.

Jueves Santo
Jueves Santo
Jueves Santo
Jueves Santo
Jueves Santo
Jueves Santo
Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post